Breve aportación:
El papel del emperador Juliano
(355-363) en la historia de Roma, con una especial atención al ejército romano,
los problemas exteriores en las fronteras y a su política de gobierno.
Los inicios:
Siendo niño, Juliano fue testigo del
asesinato de su familia en un motín militar promovido por su primo y emperador
Constancio II en 337d.C. En cuanto este emperador murió dejó de ser un
emperador romano para convertirse en un símbolo, odiado, venerado, demonizado,
santificado o canonizado.
Nació en Constantinopla, a la que
consideró su ciudad, cuando su familia fue asesinada su tutela fue entregada a
Jorge de Alejandría, y más tarde fue enviado a una residencia imperial en las
profundidades de Capadocia entre el 342-344 d.C., viviendo como prisionero pero
en un encierro cómodo y bien atendido.
En el 348 d.C., el emperador
Constancio II, quien había asesinado a su familia, visitó la
residencia. Las cantigas representaban a Constancio como una víctima inocente
que nada pudo hacer en el 337d.C., para impedir que los soldados de la capital
asesinasen a sus familiares, y esa era la versión oficial.
Juliano en las Galias:
En el 351 el hermano de Juliano, es
llamado a la corte y elevado al rango de César. Juliano por su parte pudo
visitar Nicomedia, Pérgamo y Bizancio convirtiéndose en un apasionado de los
libros. En el 355 Juliano es llamado a la corte, el motivo fue la necesidad de
Constancio II de colocar un representante de la familia imperial en Occidente
después de la rebelión de Silvano.
Inicialmente Juliano fue enviado a la
Galia como imagen o retrato andante del emperador sin voz ni voto, pero tras
cinco años en las legiones gálicas lo veremos convertido en hombre de acción y
en el mejor gobernante de la dinastía en el campo de batalla.
Su Diócesis se encontraba arrasada y
despoblada por las incursiones de francos y alamanes. Fue devuelta al orden de
la mejor manera posible, sellando las fronteras y destruyendo a todos los
grupos bárbaros del interior. Reabrió el Rin para mejorar las comunicaciones
con Britania y poder recibir trigo de la isla para abastecer a las guarniciones
romanas sin necesidad de esperar el transporte de grano desde Aquitania que era
muy caro. Organizó nuevas unidades auxiliares y nuevas legiones para defender adecuadamente
los principales puntos vulnerables.
Camino hacia el Imperio:
Juliano reclutó al menos seis nuevas
unidades de auxilia y algunas de
ellas permanecerán como tripas de élite durante el Bajo Imperio: los Salii, los Invicti y los Felices.
Juliano fue un incansable constructor fronterizo y la arqueología sigue
descubriendo sus obras en el Rin incluso hoy.
Tras cinco años luchando en el Rin
recibió la orden de entregar casi todas sus legiones y especialmente sus tropas
de élite, los célebres Celtae y Petulantes. La orden contravenía los
contratos de reclutamiento pues todos los legionarios y auxiliares habían
recibido la promesa de no ser usados en la guerra más allá de los Alpes.
Juliano fue proclamado Augusto en su
capital de Lutetia Parisiorum por sus
encendidas tropas gálicas. El intercambio de misivas no pudo detener el
problema y las hostilidades comenzaron. Juliano detuvo los ataques del caudillo
alamán Vadomario al que envió como prisionero a Hispania.
Pese a que Aquileya se declaró fiel a
Constancio y un escuadrón de caballería desertó, la guerra, fue tremendamente
favorable a Juliano. Logró hazañas espectaculares capturando a oficiales
enemigos por sorpresa, tomando ciudades y haciendo huir precipitadamente a dos
Prefectos del Pretorio. Constancio murió y Juliano fue proclamado Augusto único en el
361 d.C.
La personalidad de Juliano:
Su rápida inteligencia y gran
capacidad para asimilar y aprender nuevos conocimientos fueron aprovechadas
para el entrenamiento militar. Acostumbrado a una vida sencilla y frugal no
tuvo problemas para adaptarse a los hábitos de un buen soldado. Supo entender a
la tropa rasa y se ganó su respeto gracias a sus buenas obras y ejemplos.
Luchaba en persona, ayudaba a sus
camaradas, se le veía en las marchas y pasaba frío, calor, hambre y fatiga y
sed como los demás, ingredientes que antes y después hicieron célebres a otros
grandes generales. Supo crear un aguerrido y fiel ejército de 13.000 hombres
con gran moral que destruyó en la batalla de Estrasburgo a una confederación de
35.000 guerreros germanos.
Se harían famosas bajo su gobierno los
Superventores y los Praeventores que hacían el trabajo sucio
para el emperador. Creó un perímetro eficaz alrededor del limes que los francos
y alamanes temían.
Fortificó y aprovisionó la frontera
del Danubio y tras unos meses en la capital partió hacia el este para la que
sería su última campaña. Sapor II de Persia se sintió amenazado por los
preparativos de guerra de Juliano y le ofreció la paz y negociaciones en las
mejores condiciones posibles. Sin embargo se lanzó a conquistar el Imperio
Sasánida en 363d.C., tal como hiciera Alejandro Severo en el 232d.C.
Confió siempre en sus legiones gálicas
y auxiliares germánicos que sufrieron gravemente por culpa del calor y el clima
del desierto. Llegó a Ctesifonte pero perdió la oportunidad de tomarla porque
sus tropas se detuvieron a saquear los cuerpos de los enemigos muertos.
Durante la retirada hacia Siria los ataques por sorpresa y el hostigamiento continuado convirtieron la marcha por el desierto en una pesadilla por el hambre, el calor
y las bajas. Juliano trató de repeler al enemigo pero fue herido mientras
comandaba un escuadrón de caballería y murió en campaña. Fue proclamado
emperador el general Joviano.
La
campaña de Juliano en el Imperio de Sapor II.
BIBLIOGRAFÍA:
DE SOUZA, Philip: “La guerra en el mundo antiguo” Ed. Akal (trd. Manuel Villanueva Acuña).
GOLDSWORTHHY, Adrián: “El ejército romano” Ed. Akal
(trd. Álvaro Ramón Arizaga Castro).
FERNANDEZ UBIÑA, José: “La crisis del siglo III y el final del
mundo antiguo” Ed. Akal, 1989
FERNANDEZ UBIÑA, José: “El Imperio romano bajo la anarquía
militar” Ed. Akal, 1990
Autor: Oscar Alejandro Córcoba Fernández